Agota. Cansa eso de tener que hacer un montón de cosas y no saber por dónde empezar ni hacia dónde ir. Uno se desconoce, se desespera, se agobia. Y cuanto más desesperados estamos, peor lo llevamos. La hoja en blanco se convierte en un abismo. Pero solo desde la posición desde la que la estás mirando.

Matar la hoja en blanco

Desde siempre había asumido (y aprendido) que la hoja en blanco era un abismo. Paradójicamente era un agujero negro que causaba una especie de ansiedad por no saber por dónde comenzar. Hace unos años, hablando con Eva Alvarez de Misstake, me dijo que para ella, la hoja en blanco era la posibilidad de plasmar todo lo que había en la cabeza y que en vez de miedo, de alguna manera, había que estarle agradecida: es nuestra amiga. ¡Wow! Nunca lo había visto de esa manera.

Normalmente trataba de hacer una línea, dibujar algo o lo que sea para matarla. Y me funcionaba. Ya había algo, había un punto de partida.

En realidad si lo piensas a muchos nos atrae y repele a partes iguales comenzar un nuevo cuaderno. ¿Qué tinta usaré? ¿Cuál será la primera palabra? Buscamos la perfección, la razón, la manera de hacerlo memorable. Y, es posible, que no empieces hasta que no sepas exactamente qué decir.

Cambio abismo por patio de juegos

Con este nuevo enfoque me dispuse a amigarme con la hoja en blanco.. El famoso «Y si…» que siempre lo marco como tu propio superhéroe en mis clases de creatividad. El Y si hago esto o aquello, da una intención de comienzo. A partir de allí se abre el terreno, se transforma eso que nos atormenta y nos da el puntapié inicial para sacar de adentro todo eso que se tiene. Ahora, en tiempos de COVID, confinamiento y de saturación de información, tenemos gula informativa. Y eso, abruma, aunque lo hace de una manera silenciosa.

De alguna manera, lo tomamos como una verdad absoluta en vez de un contexto. Cambiar esa punto de vista como hice con la hoja en blanco, no me hace estar menos atenta a lo que pasa, me hace estar más abierta a todo lo que sí puedo pensar o hacer, a pesar del contexto.

Si estamos todo el día pensando en el problema, no le damos margen a nuestro cerebro a pensar soluciones. La mente toma esa información como marco de trabajo. Y como las emociones también moldean la forma en que pensamos, todo es negativo, abruma y da miedo.

Ojo, razones no faltan.

Pero tenemos que ir más allá del hoy y pensar con claridad. Y ahí llega la hoja en blanco. Háblale de tu bronca, escríbele lo frustrado que estás, demuéstrale todo lo agobiado que te sientes. Una vez que quites todos esos pensamientos, le darás espacio a tus neuronas para que empiecen a conectar ideas nuevas, recuerdos diferentes, opciones y alternativas que vamos a tener que tomar.

Despierta tu creatividad, hacker tu mente.
Ahora es el momento de aprender desbloquear la mente. Déjame que te enseñe a convertir esa mente en banco en un universo de ideas y soluciones que te servirán hoy y serán fundamentales para lo que se viene. 


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